Lo siento.

Cuatro meses después, aún sigo con tu recuerdo, con no poder pasar página, con querer hablarte y disculparme mil veces. Se que me odias, tienes razones, yo también me odio por haber hecho lo que hice. Me considero estúpido por haber renunciado a mi felicidad, a mi sonrisa y a mis ganas de vivir que eran causadas por ti por un simple capricho de niño pequeño que era el. Hay veces que me arrepiento, que me maldigo por no poder seguir a tu lado, por haber echado agua a nuestro fuego, por no poder seguir sonriendo a la pantalla de mi ordenador por el simple hecho de que tu estabas en ella. Aunque no pueda evitarlo, los recuerdos vuelven, duelen, o mejor dicho, me dueles. Esos recuerdos que llegan a mi mente en forma de flashes que todos llevan tu nombre. Simplemente, te doy gracias por hacer casi tres meses los más felices de mi vida, y por el simple hecho de no pensar, no pudieron ser más. Me arrepiento de mil cosas, de haberme comportado así, de no poder hablarte, de que me odies, de que no quieras saber de mi o de mi existencia, de haberlo dejado todo perder, de perderme a mí y de perderte a ti. Tragué un mar de Lagrimas cuando hace un mes, estuve en Murcia pensando que no hace mucho, daba mi vida por pisar ese suelo solo para verte, pensé en escaparme, en comprar un billete de tren hasta ti, y no pudo ser. Vuelvo a repetir, gracias por cada sonrisa que me has sacado, por cada lagrima de mi cara que has querido secar, por tu apoyo y por todo. Simplemente, creo en el destino, y si dentro de unos años nos vemos, cada uno con nuestras respectivas parejas, sonreiré al verte y volveré a pensar todo esto.

Lo siento.